28 abril 2006

Campamentos de refugiados saharauis de Tinduff (Argelia), abril 2006

Hola amigas y amigos, os describo un poco el viaje que he realizado a los campamentos de refugiados saharauis de Tinduff con mis alumnas y alumno de la Facultad.
Salimos el viernes en la noche del aeropuerto de Madrid con destino a Tinduf en Argelia, donde llegamos sobre las 4 de la mañana. Desde Tinduf tomamos un camión (algo parecido al que transporta las vacas y cabras) para recorrer las áridas arenas del desierto.

El desierto se veía inmenso y las estrellas iluminaban toda la noche hasta llegar a nuestro primer campamento "el Aiuun" al despuntar el día.

Al poco de llegar al campamento los niños comenzaron a aparecer camino de la escuela.
Nos pedían caramelos y se ponían tan contentos que las lágrimas afloraron por primera vez en mis ojos

¡¡¡Era tan fácil hacer feliz a un niño, sólo bastaban unos cuantos caramelos!!!
De llegada a nuestra haima nos recibieron con el rito del té. Hablo de rito pues tienes que tomar tres vasitos: el primero amargo como la vida, el segundo dulce como el amor y el tercero suave como la muerte.
Después del té vino el desayuno y nuestro primer paseo por el campamento, con la oportunidad de poder montar en camello, algo bastante difícil, por cierto.


De regreso comenzaron los bailes de bienvenida y las alumnas quisieron aprenderlo mientras preparaban la comida: cuzcu con carne de camello.

La carne es algo muy deseado para ellos, sobre todo para los niños, y pocas veces la suelen comer.

Después de comer tuvimos que descansar varias horas pues las temperaturas superaban los 40ºC. Al caer la tarde volvimos a salir para conocer el mercado.
En el camino aparecieron las mujeres cuidando a sus chivas.
Y bellos niños con sus madres. Qué os puedo contar de la mujer saharaui… Es sobre la que se sustenta toda la economía familiar. Ellas son las encargadas de cuidar la casa, los hijos, las chivas y atender las escuelas. Los hombres, por su parte, piensan que están aquí de paso y que hasta que no vuelvan a su tierra tienen poco que hacer. ¡¡¡El problema es que llevan así 30 años!!! Algunos, los afortunados, tienen una manada de camellos y se dedican a cuidarlos en el desierto. Otros, conducen o arreglan los camiones, o tienen pequeñas tiendas.
Actualmente, este pueblo vive de la ayuda internacional (que les envía comida) y de un programa mediante el cual envían a los niños y niñas en verano a España, Francia e Italia. Estos niños vuelven a casa cargados de ropa y dinero que les entrega las familias que los acoge, además estás familias suelen visitarlos posteriormente y llevarles todo aquello que pueden necesitar.

La foto de la manada de camellos la tome de camino a una fiesta que nos invitaron en pleno desierto, entre las bellas dunas de arena. Celebraban el día del nacimiento del profeta Mahoma.

Salimos de la haima al comenzar la caída de la tarde para contemplar la puesta de sol entre las dunas ¡¡¡no podéis imaginar que belleza!!! Y mis palabras son muy pobres para poderlo describir

Camino del siguiente campamento "Smara" nos encontramos con bellísimas dunas, aquí podéis ver una que tuvimos que atravesar.

El hospital… ¡¡¡estamos en el tercer mundo!!!
Una estudiante se puso enferma y tuvimos que llevarla al hospital, qué os puedo contar… En primer lugar, y aunque parece subrealista, de nuestra haima tuvieron que llevar las mantas para cubrir los colchones llenos de mugre y sangre. Igualmente, como la cosa iba lenta, pues llevaron la comida y montaron la mesa en pleno suelo de la “habitación” donde estaba nuestra estudiante con el suero puesto.

Durante las cuatro horas que estuve allí pude ver el nacimiento de un nuevo saharaui. La madre estaba acostada en el suelo en una habitación medio caída y con algún que otro ratón corriendo por ella. Lo normal es que tengan los hijos en la haima pero el parto no venía bien y la llevaron al hospital. Esa mujer no dio ningún lamento durante todo el parto a pesar que fue difícil y tuvieron que coserla durante más de una hora.

Aquí, pude descubrir la fuerza de la mujer saharaui y las ganas de vivir del bebe. Cuando todo terminó lloré y di gracias por la nueva vida. Fue tan fuerte todo lo vivido que al día siguiente pedí a un chico saharaui que me llevara a su haima a visitarla, y allí estaban madre e hijo sobre el suelo de una tienda de tela, muy muy pobre, casi sin luz pero felices. En agradecimiento a mi visita me regaló una melfa (el traje que ellas utilizan) y me preguntó si yo tenía hijos, al saber que no, sus grandes ojos se entristecieron y me dijo que su hijo era mi hijo. Contuve las lágrimas allá pero lloré bajo la luz de las estrellas de regreso a mi haima.

El objetivo de nuestro viaje ha sido hacer un diagnóstico de necesidades educativas en estos campamento y, como os podéis imaginar, sus necesidades son muchas.

Aquí podéis ver las escuelas y sus condiciones físicas.

Eso si, LA ALEGRÍA Y GANAS DE APRENDER EN LOS NIÑOS Y NIÑAS NO FALTA.
También visitamos escuelas de educación especial. Disponen de material, el problema es que no tienen maestros con los estudios correspondientes, las encargadas son mujeres que lo hacen de buena fe. Una de las cosas que más necesitan es que se les apoye en la formación de estas mujeres.